jueves, 3 de mayo de 2012

Huerto-Florida

Los calabacines en el bancal. Falta glamour, sobra ilusión

─Lo siento, debo irme 10 días a Brasil para reunirme con los abogados de allí y ver qué estrategia seguir con la demanda que han interpuesto a uno de nuestros clientes con negocios a ambos lados del Altántico. Me da mucha rabia que no puedas venir, pero... ─Mis oídos escuchaban las explicaciones de mi marido mientras mi mente gestaba nuevas ideas. Le observé, simulé una triste mirada al estilo "cordero degollado" y le tranquilicé.
─Cielo, no te preocupes, sabes que es bueno que de vez en cuando nos echemos de menos. Además, Brasil te va a encantar.
Aguanté mis ganas de dar botes por la casa. Por fin iba a estar diez días sola para poder ejecutar mi plan: levantar parte del césped del jardín, planificar un huerto terrenal y plantar toda la producción de mis semilleros. En mi mente bullían cientos de ideas para mi "Huerto-Florida" (¡algún nombre debía tener para que Fifí no se enfadara conmigo!).
Una vez que mi marido partió rumbo al paraíso, llamé a Franklin Garden, le expliqué mi plan y le supliqué que me dejara las herramientas necesarias para comenzar. Al cabo de una hora él estaba allí con todos sus artilugios: azadas, rastrillos... Insistió tanto en ayudarme que no me pude negar y compartimos una mañana de trabajos forzados. ¡Menuda paliza!
Por ahora es un inicio, unos pequeños bancales en los que he plantado lechugas (uf, no sé si aguantarán), calabacines y pimientos de padrón.
Una ilusión que se multiplicó por mil al divisar en un campo cercano unos ciervos que brincaban con saltos gráciles sobre la pradera. Naturaleza, divino tesoro.

El calabacín
Ciervos reales
Las lechugas parecen mustias. ¿Me sorprenderán?


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